viernes, 20 de febrero de 2009

Ministro Bermejo, Cazador Furtivo con Coche Oficial

Sabemos de lo común de la caza furtiva en muchas regiones de la península, sobretodo en Andalucía y Extremadura, en que el Seprona ya tiene cierta amistad con los cazadores pobres, a los que tiene que fizcalizar y a los que no les alcanza el dinero para pagar una "Montería", que solo está al alcance, de señoritos de la zona y respetables de Madrid.

La diferencia entre unos y otros, es que en primer lugar, los furtivos-pobres, son oriundos de la región, y cazan por necesidad y la mayoría de las veces para comer, lo que aún sabiendolo, las autoridades les aplican las penas del infierno por tal acción. Los segundos, cazan y matan por deporte y diversión y lo único que se llevan son las cabezas de las piezas, para presumir en la capital de su poder económico,(sabido que este deporte es un lujo para pocos) y de su puntería de machos ibéricos, que en el mayor de los casos da en el blanco, a hembras preñadas, gamos aún prepúberes y jabalíes en celo y que por tal razón andan algo despistados.


Mas de algún deportista de cartuchos y municiones, me discutirá que sus afiliados son conocedores de lo que se puede o no cazar y que también saben identificar a una hembra joven y fértil, pero la realidad es otra; ya que si un ministro de estado, reconocido aficionado a disparar a animales, no sabe de las limitaciones de su permiso de caza, ni tan siquiera reconoce donde estan los límites provinciales o autonómicos de su país, dificil será que no le dispare a lo que se mueva, sin tener el mas mínimo conocimiento, ni ética deportiva, ni respeto a nuestros hermanos menores (los animales).

He aquí una clara muestra de que ciertas cosas, incluída la naturaleza, están en exclusiva para un cerrado grupo de ciudadanos, que fardan de dinero, de poder y de caprichos, por cierto a costa de animales silvestres que se los arrogan como propios y que cualquier normativa que ellos impongan serán exigidas solo para otros.
Queda en los ciudadanos la duda, de si El Rey , otro apasionado de la caza mayor y menor, cuenta con las licencias pertinentes para prácticar tal "deporte" o si también tiene el privilegio por ley de ignorarlas.


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