No voy a entrar en el analisis en el que nuestra idiosincrasia acostumbra a exacerbar ciertas bondades de las personas cuando mueren y sin quererlo, distorsionan la realidad, la alteran y a fuerza de repetirlas por años, sean el único discurso posible que tiene esta plebe sumisa y obediente que adquieren la misma letanía que le han dictado subliminal y sistemáticamente sus señoritos dirigentes.
¿Que si Suárez fue un buen hombre ? Espero que si, la verdad es que su conducta personal poco me importa.
Lo que no me pueden colar es que el recién finado haya sido una especie de salvador nacional, padre de la democracia y poco menos que de la patria.
¿Como es posible que nos bombardeen con estas palabras grandilocuentes y se llenen la boca invocando a la democracia, cuando el Sr. Suárez, un falangista por convicción y conveniencia, y habiendo sido connivente con el tirano aceptando el "honor" de ser nombrado gobernador civil,fué ungido a dedo por un principe que a la vez había sido nombrado a dedo divino, sucesor y heredero político de un sangriento dictador, criminal y ladrón como lo fué Franco??
¿ Acaso todos estos oradores de uno y otro bando,que asisten a su sepelio oficial consideran que estos hechos pueden considerarse democráticos y alardear de ello sin siquiera titubear o sonrojarse.?
Pues NO, hay muchos españoles que no comulgan con ruedas de carreta, por mucho que le hayan tenido simpatía al elegido a dedo y fracasado presidente, que si hubiera que ponerle un calificativo sería Adolfo Renuncias, cosa que por cierto es lo poco que se le reconoce, sobretodo comparandolo con los actuales politicuchos que no sueltan el escaño ni con agua caliente.
Adolfo Renuncias, porque primero renunció a su mandato, temeroso de los milicos, luego renunció a su partido, obligado por sus ambiguedades, que tenian por finalidad quedar bien con dios y con el diablo y finalmente renunció a la política, ya que era dificil mantenerse en ella sin las facilidades que le brindaron en principio los poderes sagrados que aun asolan y empobrecen el reyno. Todo ello, lo empujó y sumió en una profunda depresión que le obligaron a consumir fármacos de los que nunca pudo prescindir.
Ojalá en esta hora de su muerte, Dios se haya acordado de que en su proclamación como presidente """democrático"" se arrodilló ante la cruz, dejando clara su nula neutralidad religiosa, cosa imprescindible de un estadista que se precie de tal, por tanto tampoco cabe esta definición para el.
Aun así, me solidarizo con su dolor personal, por haber perdido primero el poder, luego a su mujer, siguiendo por su hija y finalmente su memoria, pero en lo demás, al César los que es del César y a Dios lo que es de Dios. Q.E.P.D.
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